La geopolítica electoral mundial en 2024
El escenario político mundial de este año promete presentarse como un tablero dinámico y cambiante, en el que más de 70 países (40% del PIB global) celebrarán elecciones desempeñando un papel crucial en la configuración del futuro político internacional. Como muestra, la principal potencia global, Estados Unidos, está llamada a las urnas. A ella le acompañan la nación más densamente poblada, India; el territorio más extenso, Rusia; el bloque geopolítico más grande, la Unión Europea; el país musulmán más extenso, Indonesia; y la nación de habla hispana más grande, México, por mencionar sólo algunas de las principales citas electorales a las que debemos prestar atención.
En total, alrededor de la mitad de la población estará llamada a ejercer el sufragio. Su veredicto podría tener consecuencias profundas en un mundo turbulento marcado por las guerras entre Israel y Hamás, Rusia y Ucrania, en Sudán, Yemen, entre otras; al tiempo de los procesos de ralentización económica global, la explosión de la deuda externa en varios países del Sur Global y las cadenas más cortas de producción.
Bangladesh fue la primera nación en acudir a las urnas el pasado 7 de enero, inaugurando el ciclo electoral de forma polémica. La primera ministra Sheikh Hasina conquistó su quinto mandato en medio de un boicot orquestado por el opositor Partido Nacionalista, afianzado el poder de la gobernante Liga Awami, aunque a costa de una mayor erosión de la democracia, como los índices de Freedom House han señalado. Una semana después, tres exalcaldes fueron los protagonistas en la contienda por la presidencia de Taiwán. A falta de resultados oficiales al momento de escribir este texto, Lai Ching-te, actual vicepresidente y miembro del partido oficialista se percibe como favorito, por lo que es de esperar mayores tensiones con Beijing ante los llamados por fortalecer las fuerzas de defensa de Taiwán y acercarse más a Estados Unidos.
Otras citas por seguir en Asia son la ya mencionada en Indonesia, las presidenciales de Corea, al Parlamento de Irán, generales en Pakistán, y por supuesto las elecciones generales de la India, quinta economía del planeta y contrapeso político de China. Todo apunta a que Narendra Modi consiga un tercer mandato, aunque su distintivo impulso al nacionalismo hindú por encima de la multiculturalidad de la India ha generado ciertos temores de marginalización de algunas minorías, que ahora forman parte de la nueva coalición de oposición llamada INDIA – Alianza Nacional Inclusiva para el Desarrollo de la India.
Luego de que siete líderes africanos fueron derrocados en los últimos cuatro años, será importante ver cómo se desarrolla el juego electoral en este continente, Argelia, Túnez, Ghana, Ruanda, Namibia, Mozambique, Senegal, Togo y Sudán del Sur se encuentran entre los países africanos que celebrarán elecciones en 2024. No obstante, la principal jornada será Sudáfrica. Por primera vez desde que el apartheid terminó hace 30 años en 1994, el partido oficialista podría perder su mayoría general ante los múltiples escándalos de corrupción y altas tasas de criminalidad.
En Europa, los ciudadanos de los 27 estados miembros de la Unión Europea seleccionarán a los 720 legisladores del Parlamento Europeo, 15 escaños más que en la anterior elección. Persiste la incógnita sobre la presencia que pueda llegar a tener el bloque ultraderechista, que podría volver a hacer eco de una retórica antiislámica y antiinmigrante, además del escepticismo ante la continuación de la ayuda a Ucrania. Pese a ser la más débil de las instituciones gobernantes de la UE, no debemos olvidar que su composición influirá en la selección de la nueva cúpula de mando de la Unión Europea, pues Ursula von der Leyen aún no ha dicho si tiene intención de presentarse a un segundo mandato de cinco años como presidenta.
Otras jornadas que no podemos perder de vista son las elecciones de Bélgica, en las que el partido de extrema derecha Vlaams Belang encabeza las encuestas en la región de Flandes; las jornadas de Croacia, Finlandia, Austria e Islandia, así como las presidenciales en Rusia que verán a Vladimir Putin conseguir su reelección, y con ello, un impulso en su guerra contra Ucrania. Kiev a causa de la invasión y la ley marcial vigente deberá postergar sus elecciones. Por último, las divisiones dentro de las filas conservadoras sobre la migración y el derrocamiento de Boris Johnson en 2022 podrían orillar al premier británico de origen hindú convocar a elecciones este mismo año.
Finalmente, las Américas. A diferencia de Uruguay, donde la reelección está inhabilitada, los votantes en República Dominicana y El Salvador podrán optar por renovar los liderazgos de Luis Abinader y Nayib Bukele. Venezuela, que todavía no ha confirmado fecha, será otra elección clave, pero no está claro qué tantas libertades pueda tener la opositora Corina Machado de presentarse, como de vencer a Maduro, quien convocó a finales de año a un referéndum para hacerse del Esequibo, un territorio rico en petróleo administrado por la vecina Guyana pero reclamado por Caracas, y con ello, generar simpatías y despertar el ansiado nacionalismo en tiempos electorales.
A las anteriores se suman las elecciones en México y Estados Unidos, de cuyos resultados dependerá el grado de colaboración binacional con sendos impactos de bienestar ‘interméstico’. El crimen y la violencia, en gran parte vinculados a los cárteles de la droga, siguen siendo un problema enorme, al que se añade el contrabando de fentanilo y los altos niveles de migración. Destaca que México pueda tener a su primera mujer presidenta en la historia, y la segunda de América del Norte, tras Kim Campbell en Canadá; mientras que la carrera presidencial de la Unión Americana se perfila como una nueva versión de aquel ticket electoral de hace cuatro años entre Joe Biden y Donald Trump.
¿Podrá Trump repetir la hazaña de Grover Cleveland como el único presidente estadounidense en cumplir dos mandatos no consecutivos, o volverá Biden a conseguir el récord del presidente (re)electo más longevo en la historia estadounidense? Una segunda presidencia de Trump pondría en peligro no sólo la democracia estadounidense, sino también todo el orden mundial por sus continuos ataques a la OTAN, su desestimación a la cooperación multilateral, sus desaires al derecho internacional, sus intencionadas guerras comerciales y el retiro al apoyo de Ucrania. Después de todo, el primer juicio político a Trump se debió a su intento de extorsionar a Zelensky (Ucraniagate) para que buscara material comprometedor que pudiera utilizar contra Biden en 2020, y no hay razón para creer que Trump haya dejado esto atrás.
En este 2024 la democracia volverá a ser sometida a una serie de desafíos en este cambiante y convulso mundo. La amplia celebración de elecciones podrá ser tanto un recordatorio de la fortaleza de los sistemas democráticos como una llamada de atención sobre las amenazas que acechan su estabilidad e integridad en un contexto de avances tecnológicos con la inteligencia artificial, interferencias extranjeras, proliferación de noticias falsas, hartazgo de los partidos políticos y desconfianza de las instituciones. Además, la desigualdad económica y social también será un obstáculo crucial frente a una polarización política que ha alcanzado niveles alarmantes en muchas democracias, incluyendo la nuestra.
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio Expansión