La victoria de Shinzo Abe en Japón
Bajo un movimiento para alargar su estancia en el poder hasta 2021, el primer ministro y presidente del Partido Liberal Democrático (PLD), Shinzo Abe, disolvió el parlamento para convocar a elecciones anticipadas. Una oportunidad que le abriría la posibilidad de inaugurar los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020 -la coyuntura estrella para visibilizar a Japón como un país en ascenso abandonando años de estancamiento económico-, continuar con su paquete de reformas económicas y fiscales (Abenomics), así como hacer frente a una Corea del Norte con capacidad nuclear. Sin embargo, la duda calaba: ¿por qué Shinzo Abe convocó a elecciones adelantadas con el riesgo de perder la matemática electoral que lo favorecía en la Dieta japonesa?
A principios de este año, Shinzo Abe estaba en problemas. Dos escándalos de corrupción, que implicaban tanto a su esposa como a varios miembros del parlamento habían derrumbado su alto índice de aprobación. Frente a ello despidió a varios ministros del gabinete en agosto, incluido el impopular ministro de Defensa, Tomomi Inada. Un fuerte mensaje que llegaba a la élite política de este país, incluido el emperador, cuya figura divina se debilitó tras la posguerra, pero que aún es visto como símbolo de unidad.
La crisis con Corea del Norte también apareció como un incentivo para los planes políticos y personales de Shinzo Abe, la figura que busca un nuevo reacomodo de Japón en la escena regional e internacional, a propósito de actualizar el armazón de seguridad nacional y obtener una posición de fuerza. Recordemos que las tensiones entre EE.UU. y Corea del Norte estallaron nuevamente, provocando que Pyongyang disparara un misil sobre Japón por primera vez en más de una década.
Cabe subrayar que Abe tiene un largo historial de manejo de problemas con Corea del Norte. En 2002 viajó a Pyongyang para participar en las negociaciones de paz, por lo que el público japonés confía en él para manejar la delicada situación y las tensiones internas para dotar al país de mayor seguridad. Mientras más amenazante se volvía Corea del Norte, más probable resultaba la apuesta de las elecciones adelantadas en Japón y su visión de reformar el artículo 9 de la constitución pacifista.
En esta consigna también lucían factores políticos internos, una oposición débil y dividida que invitaban al partido hegemónico a afianzar su dominio en la escena política. Pese a que el PLD ha gobernado desde 1955 salvo en dos breves periodos: 1993-1994 y 2009-2012, Abe enfrentaba una rebelión dirigida por la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, quien se separó del PLD para formar su propia facción, el Partido de la Esperanza. Con este nuevo ingrediente en el tablero electoral, el Primer Ministro decidió convocar a una nueva elección, reduciendo el tiempo para que su opositora se reorganizara rumbo a las elecciones previstas del año entrante.
Resueltos los puntos anteriores, el Primer Ministro vendió la carta de la seguridad y la estabilidad en la región más militarizada del mundo. Haber alcanzado, no sólo la mayoría absoluta (61% de los escaños) de manera individual, sino la marca de los dos tercios en el parlamento, 313 de los 465 escaños (67%), supone el impulso necesario para legislar cómodamente y sin mayores complicaciones: apoyar la reescritura -por primera ocasión- de la constitución pacifista de la posguerra. Con este reacomodo parlamentario, de los siete partidos políticos existentes, solo el Partido Democrático Constitucional y el Partido Comunista de Japón continúan abogando por dejar la constitución sin cambios. Inclusive, pasada la elección, el presidente de EE.UU., Donald J. Trump llamó telefónicamente a Shinzo Abe para felicitarlo y encomiarlo para aumentar la presión sobre Kim Jong-un y el régimen de Corea del Norte.
Con la reforma, Japón podrá tener un ejército ofensivo y no solo defensivo, como hasta ahora. El triunfo del PLD concede a Shinzo Abe una autoridad clara para mantener la política de dureza hacia el régimen Norcoreano, como el mismo aseguró durante la comparecencia por su reelección, particularmente en su programa nuclear. Al respecto, se espera que la política energética de Japón siga siendo la misma, pese a la tragedia de Fukushima. El gobierno de Abe continuará presionando para que las plantas de energía nuclear reanuden sus operaciones como una forma de reducir su alta dependencia en materia de combustibles, recalcando su importancia como fuente generadora de electricidad.
En lo concerniente al crecimiento económico, su segunda bandera electoral, Abe ha identificado el año 2020 como el período de reforma de la productividad e inversión para estimular el crecimiento, considerando la década perdida de los años noventa y el largo ciclo del estancamiento, recesión y endeudamiento que acarrea el país junto con el declive demográfico -bajo tasa de natalidad y envejecimiento de la población. Se espera que la inversión en recursos humanos mejore la productividad laboral y se incremente el impuesto al consumo del 8 al 10%.
La apuesta de Abe resultó satisfactoria para su legado político. Con su victoria para una tercera legislatura, Shinzo Abe es ahora el gran líder de Japón. De completar su mandato hasta 2021, se convertirá –desde la implementación de la democracia- en el gobernante con mayor estancia en el poder. No obstante, los próximos cuatro años serán decisivos, empezando el 6 de noviembre cuando se reúna con Donald Trump para abordar el tema Norcoreano -en el que encuentran afinidad-, y el estatus de sus negociaciones comerciales después de haber desfundado el Acuerdo de Asociación Transpacífico. Como la tercera economía más grande del mundo y hasta ahora el líder del TPP con 11 miembros, ¿preferirá Japón continuar en este bandera o potenciar su relación bilateral con Washington?
0 comentarios:
Publicar un comentario