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martes, 15 de octubre de 2019

Donald Trump y el Cuarto Debate Demócrata

Hoy 15 de octubre se celebra el cuarto debate del Partido Demócrata rumbo a las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 2020 en Ohio. Pese a que hay 19 aspirantes a la nominación demócrata, y aún a meses de las asambleas de febrero de Iowa, cuando los primeros estadounidenses podrán votar por uno de los candidatos progresistas, la primaria presidencial demócrata sigue siendo una carrera a tres bandas entre Joe Biden, exvicepresidente de Barack Obama, Bernie Sanders, el senador por Vermont, quien sufrió un reciente ataque al corazón -el liderazgo que sacudió el panorama electoral del 2016 dotando de oxígeno a la izquierda más radical y alejándose del centro político ocupado por Obama y Clinton- y Elizabeth Warren, la senadora de Massachussets que está apretando su paso frente a Joe Biden.

Si bien existen otros liderazgos como Kamala Harris o Pete Buttigieg que no se pueden descartar, vale la pena preguntarse si Joe Biden verá disminuir su peso y apoyo debido al inicio del juicio político anunciado por Nancy Pelosi en contra del presidente Donald Trump ante la saga Ucraniana que lo colocan a él y a su hijo Hunter Biden en el ojo público. Los demócratas, hay que recordar, han decidido ponerle un “hasta aquí” al inquilino de la Casa Blanca. A su entender, ha vulnerado la seguridad nacional y permitido una injerencia externa al solicitar apoyo de un mandatario extracontinental para investigar a su principal rival político y poner en entredicho la integridad de las elecciones. En la narrativa demócrata, Trump está abusando de su poder y cargo público, a propósito de promover una investigación con fines políticos, electorales y personales, una trama de malos comportamientos que se suma a su narrativa beligerante, antimigrante y racista.

Durante el debate saldrán a relucir otros temas que generan polémica entre el electorado, como lo es el control de armas, pues la Unión Americana está viviendo un momento de conmoción. Prácticamente una emergencia en materia de seguridad nacional ante la problemática del “terrorismo blanco” y los tiroteos que han dejado una estela de dolor y desesperanza social ante los grupos de odio y actos supremacistas que preocupan al mundo entero.

Al respecto, el Mass Shooting Tracker ha señalado que en los últimos cinco años los tiroteos en la Unión Americana han alcanzado una cifra escandalosa: 80,750 incidentes con armas de fuego. Además, su tasa de mortalidad es 35 veces más que en Reino Unido y 53 veces mayor que la de Japón, ello de acuerdo con el Small Arms Survey del 2012. Sin duda, el cáncer que debe enfrentar el país más poderoso del mundo y que se ve improbable por la cortapisa de la segunda enmienda constitucional que protege el derecho del pueblo estadounidense de poseer y portar armas, pese a algunos impulsos demócratas por generar medidas más restrictivas.

Precisamente, han sido los tiroteos recientes en Estados Unidos, aquellos que se fincan en la narrativa violenta y racista que ha pregonado el presidente Trump y sus voces resonadoras y amplificadoras que han hecho eco de su mensaje como los grupos supremacistas blancos y nacionalistas. Las matanzas en El Paso, Texas y en Dayton, Ohio, tan sólo dejaron 31 muertos durante el fin de semana del 3 de agosto.

Otro tema de gran interés -siempre lo ha sido- es el empleo, y más aún cuando Estados Unidos enfrenta una guerra tecnológica con China en el marco de la IV Revolución Industrial. Precisamente la automatización que ésta pregona amenaza con que casi la mitad de los trabajadores estadounidenses corran el riesgo de perder su trabajo, de acuerdo con un estudio de los académicos de Oxford Carl Frey y Michael Osborne. Aunque existen otros temas que demuestran que la posible pérdida de empleos se deba más a cuestiones internas que por la propia globalización, no debemos dejar de poner atención a este tema.

La inteligencia artificial, el big data, la robotización y la biotecnología nos abren la certeza de la disrupción de los cambios con implicaciones multidimensionales que trastocarán los entornos políticos, económicos, jurídicos y sociales, pero también la geopolítica que se verá afectada por el nuevo tablero de conectividad y paradigma digital, pues la rivalidad entre naciones se dará en el concierto tecnológico y por la economía del conocimiento e innovación.

Por otra parte, los avatares en el escenario internacional tampoco han sido menores y serán temas presentes en esta etapa preelectoral. El mismo presidente estadounidense ha provocado con sus políticas públicas un mundo más convulso e incierto al golpear constantemente el mundo liberal que surgió como producto del fin de la Segunda Guerra Mundial. En fechas recientes: abandonó el Acuerdo de París para combatir el cambio climático, desfundó la relación de amigos, socios y aliados con la Unión Europea, alentó el Brexit sin acuerdo que llevará a Reino Unido y al mundo por el camino de un menor crecimiento económico, trasladó la embajada de Tel Aviv a Jerusalén lo que crispó más el ambiente tan delicado en Medio Oriente, así como inició una guerra económica, comercial y tecnológica con China que encumbra al proteccionismo, nacionalismo y nativismo como la nueva divisa del relacionamiento internacional. Por si fuera poco, abandonó el acuerdo nuclear con Irán que había sido negociado durante diez años por la comunidad internacional, se retiró de la UNESCO y desdeñó el Pacto Migratorio Mundial.

La salida unilateral de Trump del acuerdo nuclear con Irán hace más inseguro al mundo. La relación de hostilidad y desconfianza entre Trump y Rouhani y la contrarespuesta de la República Islámica de Irán por el incumplimiento de Estados Unidos de las reglas del juego pactadas en épocas de Barack Obama ha calentado el ambiente en una de las zonas más conflictivas del mundo. La salida de Trump del acuerdo nuclear con Irán en mayo del 2018 invitó prácticamente al país persa a regresar a la ruta nuclear e inclusive abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), uno de los presagios más temidos. Con esta baraja abierta, Irán puede desafiar al mundo desarrollando armas nucleares, evadiendo obligaciones legalmente vinculantes y esquivando un régimen de supervisión internacional sobre desarme. En este contexto, las voces más conservadoras de Irán piden abandonar el TNP, un sector completamente enojado por la falta de palabra de Washington y el incumplimiento de las reglas internacionales.

Con su política de America First el presidente ha buscado concentrarse en casa y replegar tropas estadounidenses de Irak y Afganistán, inclusive remató “misión cumplida” en Siria retirando parte importante de sus soldados de este país-polvorín, un acto calificado como “prematuro” por parte de sus críticos. En efecto, hoy estamos viendo las amargas consecuencias de su toma de decisiones, pues ante el vacío dejado por Washington, Turquía decidió atacar el Norte de Siria, a propósito de combatir y debilitar al pueblo kurdo, el gran aliado estadounidense a la hora de luchar contra el Estado Islámico (EI).

Mientras que Trump reafirma el poder planetario de la Unión Americana con su intención de volver a la luna, plantar la bandera de EE.UU. en Marte, comprar Groenlandia a Dinamarca y descarrilar el ascenso mundial de China, el mundo está atestiguando una oleada de cambios nunca antes vistos por la historia.



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