El Consejo de Seguridad en el radar internacional.
El 17 de marzo Naciones Unidas celebrará una triple elección: se elegirán a 18 nuevos miembros de su Consejo Económico y Social (ECOSOC), órgano enfocado en lograr el desarrollo sostenible; también se elegirá al presidente de la 75ª sesión de la Asamblea General, puesto para el que sólo hay un candidato: el veterano diplomático y político turco Volkan Bozkir. Finalmente, se elegirán a los cinco nuevos miembros del Consejo de Seguridad (CSNU), el único órgano de Naciones Unidas cuyas resoluciones son vinculantes.
EL CSNU está integrado por cinco miembros permanentes (China, Francia, Estados Unidos, Reino Unido) y diez no permanentes, asignados por bloques regionales para un periodo de dos años, de los cuáles, cinco se renuevan anualmente. Este año finaliza el periodo de Alemania, Bélgica, Indonesia, República Dominicana y Sudáfrica. Para sustituirlos, compiten un total de siete países, entre los que hay dos carreras muy disputadas. En el grupo occidental, Canadá, Irlanda y Noruega estarán luchando por dos escaños, y en África, Kenia y Djibuti disputará otro. India se postula sin oposición para la sede de Asia-Pacífico (previamente Afganistán se había retirado); y México se postula sin oposición para la sede de América Latina y el Caribe.
Ganar un lugar en el CSNU es un logro diplomático; los países pasan de ser espectadores o partícipes en las discusiones y resoluciones en temas de paz y seguridad internacional que van desde conflictos en Siria, Yemen, Libia y Venezuela; la amenaza nuclear de Corea del Norte e Irán, entre otros, y ataques de grupos extremistas como el Estado Islámico. Alcanzar una resolución, cabe mencionar, es sumamente complicado, además de contar con una mayoría de por lo menos nueve, no debe ser vetada por ninguno de los cinco miembros permanentes. En ese sentido, una de las grandes críticas a su funcionamiento es que dicha atribución lo paraliza y evita que se tomen decisiones importantes.
Como ya se adelantó, una de las contiendas más disputadas serán los dos lugares para el bloque Occidental entre Canadá, Irlanda y Noruega. Los tres, con grandes cartas credenciales en el escenario internacional por su énfasis en temas de cooperación y desarrollo. Ottawa, que ya ha estado en seis ocasiones en el CSNU, fracasó en su última postulación durante el gobierno conservador de Stephen Harper en 2010; razón por la cual buscará redención, privilegiando temas como la lucha al cambio climático, igualdad de género y fortalecimiento al multilateralismo; muy distintos al gobierno de aquel entonces.
Aunque el país norteamericano ha sido uno de los más propositivos en la arena internacional desde 2016, año en que anunciaron su postulación (fue sede de la Reunión Ministerial de Defensa de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en 2017; en 2018 presidió los trabajos del G7 y coorganizó la primera Conferencia Global de Economía Azul Sostenible; y organizó en 2019 la conferencia Women Deliver, la más grande sobre igualdad de género y salud, derechos y bienestar de niñas y mujeres), algunos analistas señalan que serán Irlanda y Noruega quienes ocuparán los dos asientos; incluso hay un carta petitoria circulando que pide a Naciones Unidas no darles el asiento, pues a su entender, “a pesar de su reputación pacífica, no está actuando como un jugador benevolente en el escenario internacional”.
En términos de asistencia para el desarrollo, y con base en las estadísticas de la OCDE, Canadá sigue ocupando un lugar bajo entre los 30 países más ricos, gastando el 0.26% de su ingreso nacional bruto (INB) en este objetivo. Naciones Unidas solicita sea del 0.7%. Irlanda, que ya ocupado un asiento en tres ocasiones y tiene una tradición de internacionalismo constructivo y de considerables logros, especialmente en las áreas de desarme y mantenimiento de la paz (el Tratado de No Proliferación Nuclear se originó en una iniciativa irlandesa en 1958, y fue el primer país en ratificarlo), ya gasta el 0.35% de su INB en este esfuerzo y se ha comprometido a aumentarlo al 0.7% en 2030; mientras que Noruega sobrepasa el 1%, uno de los más altos en el mundo.
Además de lo anterior, Noruega tiene a su favor su línea internacionalista en favor del desarrollo y la paz mundial. El primer Secretario General de la ONU fue el noruego Trygve Lie; realiza generosas contribuciones a los programas de las Naciones Unidas: el tercero más grande al Fondo Verde y ha aportado más de 40 mil tropas a los cascos azules desde 1949; mantiene un alto compromiso con el Comité del Nobel de la Paz (cuya sede está en Oslo) y una reconocida labor de mediación en procesos de paz, por ejemplo, con las FARC en Colombia.
La otra carrera altamente disputada es la africana. En una votación de febrero, la Unión Africana (UA) nominó por mayoría a Kenia para ser la sucesora de Sudáfrica en el CSNU frente a Djibuti. Durante la votación, se planteó la preocupación que de ser electo este último país, el continente estaría representado por tres Estados francófonos en 2021 (Níger y Túnez ocupan los otros dos escaños). Lo anterior no fue un argumento suficiente (en 2001 sucedió lo mismo cuando Malí, Mauricio y Túnez estuvieron representados al mismo tiempo) y la candidatura de este país ubicado en el cuerno de África se mantiene.
Roba Sharamo, director del Instituto de Estudios de Seguridad en Addis Abeba, considera que lo anterior obedece a la geopolítica y que potencias extranjeras exigen a Djibouti mantener su candidatura contra viento y marea. Mientras Kenia cuenta con el apoyo de Estados Unidos y la mayoría de Europa, Djibouti es el candidato elegido por China y Rusia, para trabajar en muchas áreas. Hay que recordar que el gigante asiático está financiando y construyendo el proyecto ferroviario Addis Abeba-Yibuti. A su vez, lo que alguna vez era visto como candidaturas de unidad, explica ahora la gran división entre el oeste y este dentro del continente.
India, miembro fundador de Naciones Unidas, con quien cumplimos 70 años de relaciones diplomáticas el próximo 1 de agosto, y respaldada por el grupo de Asia Pacífico (compuesto por 55 países), ya tiene su asiento garantizado. Nueva Delhi ya ha estado presente en siete ocasiones en el CSNU; y busca conseguir un asiento como miembro no permanente. No hay duda, su estancia en el CSNU se inscribe como celebración del 75 aniversario de la independencia de la India en 2022. Dentro de sus prioridades, ha explicado en un video, será reforzar el proceso de gobernanza internacional; el combate al terrorismo; una mejor representación de las instituciones globales (India siempre ha buscado un asiento permanente); y el combate a la pandemia de COVID-19.
¿Qué hay de México? Su historial y campaña para conseguir un asiento al CSNU los abordaré en la segunda parte.
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