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jueves, 18 de junio de 2020

MÉXICO EN EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU.

En mi artículo pasado expliqué el proceso de selección de los cinco nuevos miembros del Consejo de Seguridad (CSNU), quiénes competían por cada bloque y cuáles serían las elecciones más disputadas, quedando pendiente nuestro país: su campaña para la candidatura, objetivos y prioridades, y por supuesto el historial de las cuatro participaciones de nuestro país dentro de este órgano  vinculante y el de mayor trascendencia en Naciones Unidas. 

Nuestro país formó parte de la primera bancada del CSNU como miembro no permanente en 1946, y se enfocó en apoyar el proceso de descolonización de África, así como el ingreso de nuevos miembros. Lo más destacado, y en consecuencia con las doctrinas Carranza y Estrada, México se abstuvo de votar la inclusión de la regla de unanimidad, es decir, el derecho de veto. Incluso, insistió que las controversias entre las grandes potencias debían ser sometidas a la consideración de la Asamblea General. No procedió, y se decidió abstenernos de participar en años consecuentes. Aún así, eliminar el uso del derecho de veto ha sido una de nuestras consignas. Más recientemente, encabezamos junto a Francia una iniciativa para que, en casos de atrocidades en masa, no proceda este mecanismo. 

Nuestra siguiente participación obedeció más a coyuntura que a un deseo propio. En 1979, ni Colombia ni Cuba lograron alcanzar los votos necesarios para ocupar un asiento, generando un impasse de 154 votaciones (cifra récord). Por ello, se negoció nuestra candidatura; pues gracias a la carta petrolera, nos perfilabamos como una potencia media emergente. Nos representó el Emb. Porfirio Muñoz Ledo para el bienio 1980-81. Se votó en contra de las dos potencias hegemónicas en variados casos, por mencionar: la guerra entre Irán e Irak; la escalada del conflicto árabe-israelí; la toma de rehenes en la embajada estadounidense en Teherán; la política del apartheid en Sudáfrica; así como los enfrentamientos fratricidas en Centroamérica y régimen dictatoriales en la región. Ello nos valió de turbulencias en la relación bilateral con las grandes potencias, pero creó una imagen de independencia para México ante la comunidad internacional y frente a Estados Unidos.  

Para 1995, México se presentaría nuevamente como candidato, incluso impulsado y endosado por todo el bloque latinoamericano. No obstante, ante el escenario internacional cambiante: el fin de la Guerra Fría, el conflicto del Golfo Pérsico y la negociación de un acuerdo de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (TLCAN), se decidió retirar la candidatura de México. A ello, le siguió una hibernación por diez años y al amparo de la ilusionada alternancia democrática, el gobierno de Vicente Fox, en 2001 presentó la candidatura de México para el bienio 2002-03. 

Junto a México, competían en el bloque latinoamericano y caribeño República Dominicana, Guyana y Trinidad y Tobago. No fue sencillo, pero gracias al intenso trabajo diplomático, que incluyó el respaldo de Cuba y con él, el voto africano, se consiguió el asiento; pero a costa de la crítica, puesto que la propuesta mexicana causó algo de tensión con otros países que ya habían comprometido su voto previamente. En el escenario doméstico, aunque se tratase de un triunfo, muchos observadores se mostraron también críticos pues pensaron que el país participaría en las misiones de paz de las Naciones Unidas proporcionando tropas militares. Adolfo Aguilar Zinser fue nuestro representante en medio de un ambiente dominado por la guerra contra el terrorismo y escenario post 9/11.

Nuestro país condenó actos de violencia en Medio Oriente, reafirmó su intención de alcanzar la reconciliación entre Israel y Palestina, entre otras destacadas posturas. Empero, el tema que causó gran controversia fue la invasión a Irak. México tenía que decidir entre apoyar abiertamente a EE.UU; o favorecer una serie de inspecciones para determinar si Irak tenía armas de destrucción masiva, y en su caso, apoyar una fuerza militar apoyada por Naciones Unidas. Aunque se optó por la solución pacífica, no hubo necesidad de emitir un voto porque EE.UU. decidió, de manera unilateral junto con España y Gran Bretaña atacar a Irak en marzo de 2003 para derrocar al régimen de Saddam Hussein. Sin embargo, México (junto con el Consejo de Seguridad) decidió apoyar a la coalición de la autoridad provisional en Irak conformada por esos mismos países. 

Nuestra cuarta participación sucedió en periodo 2009-10, en el que nos representó el Emb. Claude Heller; elección, por cierto, que contó con 185 votos de entre 186 países. Un apoyo sin precedentes. Nuestro país presidió el Comité de Sanciones relativas a Somalia, el Comité de Sanciones relativas a Côte d’Ivoire, y el Grupo de Trabajo sobre Niños y Conflictos Armados. México también fue vicepresidente del Comité 1540 para prevenir la proliferación de armas nucleares, químicas o biológicas, y del Comité 1591 de Sanciones relativas a Sudán. Asumió, además, un asiento en la Comisión de Consolidación de la Paz. Otras acciones destacadas fueron el apoyo que se dio para incluir a Haití en el debate, posicionar la igualdad de género, la protección de la infancia a nivel mundial; y promover la transparencia del CSNU.

La intención de volver a formar parte del CSNU se adelantó en 2011 y se reafirmó en el proyecto de nación del presidente Andrés Manuel López Obrador previo a la transición. Una vez respaldado por el grupo latinoamericano y caribeño, la Comisión Permanente del Senado avaló la candidatura, acto seguido, emitió un resolutivo para que se le consulte en temas que podrían generar tensión, como el caso venezolano y guiar la posición de México con base en sus principios de política exterior. Al respecto, hace pocos días circuló un video explicativo de la Cancillería sobre los atributos de la candidatura, a saber: el compromiso con la paz, seguridad y multilateralismo; el apoyo a la preservación de la dignidad de las personas; la mediación y protección a civiles en conflictos armados; la defensa al estado de Derecho, los Derechos Humanos y el Derecho Internacional; además de ser partidario de mejorar los métodos de trabajo dentro del CSNU. 

De esta manera, en un documento firmado por el presidente, se señaló que la dignidad de las personas y el respeto a sus derechos serán los principios que México pretende llevar a la mesa del CSNU: “lo mejor de nuestra tradición diplomática, los valores de nuestra cultura, nuestro compromiso con el multilateralismo y nuestra solidaridad con los que menos tienen”. Además de lo anterior, destaca la intervención del canciller Marcelo Ebrard en la Asamblea General en septiembre pasado, cuando anunció que hay temas que nos preocupa y ocupa, como el fortalecimiento del multilateralismo, la lucha contra el terrorismo, el supremacismo blanco y la migración. En la misma línea se ha pronunciado el Emb. Juan Ramón de la Fuente, nuestro representante ante Naciones Unidas, señalando que existe la necesidad de fortalecer los mecanismos para el control de armas pequeñas, ligeras y municiones. Asimismo, en el contexto de la pandemia, destaca la resolución que abanderó sobre el acceso equitativo a productos sanitarios, vacunas y equipo médico, lo que le valió de ser la resolución más votada en la historia de la diplomacia mexicana, misma que concentró el voto afirmativo de 179 países.  

Pese al poco interés que lo externo representa para el gobierno actual, paradójicamente, México estará en el cuarto más profundo de la toma de decisiones globales. Se trata de una gran oportunidad para demostrar que México persigue su propia agenda, luego de un año convulso caracterizado por las amenazas de Trump de aumentar los aranceles, catalogar a los cárteles del narcotráfico como grupos terroristas y de haber militarizado nuestra frontera respondiendo a los condicionantes migratorios de la Casa Blanca, entre otros. Después de todo, los tirones con respecto a la situación en Venezuela y Bolivia, la guerra comercial entre EE.UU. y China; y la crisis en los precios internacionales del petróleo, han mostrado que los temas globales son relevantes y tienen efectos directos sobre el acontecer mexicano.



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