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miércoles, 30 de septiembre de 2020

Irán, entre sanciones, apoyos y elecciones.

Este 18 de octubre se cumplen cinco años de la entrada en vigor del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) firmado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania (P5+1) con Irán. Un acuerdo negociado por más de dos años para regular su programa nuclear, y considerado por muchos como el éxito diplomático más importante de la era Obama. Incluso, fue adoptado en forma de resolución (2231) por el propio Consejo. Sin embargo, cuando Donald Trump asumió el cargo presidencial, prometió desmantelar el acuerdo, insistiendo en que podría conseguir uno mejor; finalmente lo abandonó de manera unilateral en mayo del 2018. Desde entonces se han desatado una serie de apoyos, críticas y preocupaciones en el orden internacional.

El documento original contiene 109 páginas, incluidos cinco anexos, con grandes detalles sobre diversos puntos. No obstante, grosso modo, las principales disposiciones del acuerdo final establecen que Irán renuncia al 98% de su material nuclear, suspenderá sus actividades de enriquecimiento de uranio, eliminará dos terceras partes de las centrifugadoras que tiene instaladas, además de aceptar la visita del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a sus instalaciones, incrementando de esta manera las medidas de transparencia. A cambio, se levantarían todas las sanciones establecidas en el marco de Naciones Unidas que pesan sobre Irán, vinculadas al programa nuclear, aunque con algunas limitaciones hasta el 2030.

De esta manera, la República Islámica dejó por un breve periodo el aislamiento comercial. Hay que recordar que se trata del cuarto mayor productor de petróleo en el mundo, y qué por el estrecho de Ormuz, situado en el Golfo Pérsico y en dónde se localiza el puerto marítimo más importante de Irán (Bandar Abbas), transita alrededor de un tercio del total del petróleo mundial. Según diversas fuentes como Oil Price y el Financial Times, después de haber exportado más de 2.5 millones de barriles por día de petróleo en mayo del 2018, este país ahora envía menos de 400 mil barriles por día; pues en noviembre de ese mismo año, EEUU reimpuso sus sanciones, y ha establecido otras a terceros países que comercializan con Irán.

Empero, lejos de adoptar una postura sumisa como Trump habría querido, Irán ha respondido de forma agresiva tensando aún más las relaciones. En una serie de informes, el OIEA menciona que la reserva de uranio poco enriquecido de Irán continúa creciendo y excede el límite establecido por el acuerdo nuclear. Sin embargo, las existencias aún están muy por debajo de la cantidad que Irán había acumulado antes del PAIC; adicionalmente, ha lanzado ataques encubiertos contra objetivos militares estadounidenses; mientras que Estados Unidos ha asesinado a líderes militares iraníes, el caso más emblemático el de Qasem Soleimani, líder de la guardia revolucionaria de Irán.

Es precisamente el aspecto militar por el que el tema ha cobrado tanta relevancia de manera reciente. Irán busca exportar su revolución islámica y proteger a las poblaciones chiitas que viven en otros países de Medio Oriente, ésta es una arista clave de su política exterior y para ello requiere comprar armas -tanques y aviones- como herramienta disuasoria y para sellar su posicionamiento hegemónico. En el caso del PAIC, una de las cláusulas establece que a los cinco años (18 de octubre de 2020) se le levantaría el embargo de armas que tiene, diseñado para evitar que las compre y venda.

A poco menos de un mes de expirar, Estados Unidos impulsó en el Consejo de Seguridad una votación para reimponer el embargo. Al respecto, cabe señalar que el PAIC contempla un mecanismo de retroceso (snapback) que permite a uno de los participantes del acuerdo nuclear original volver a imponer todas las sanciones de la ONU que el propio tratado levantó. Sin embargo, y dado que Trump decidió abandonar el acuerdo, los demás participantes se han opuesto, y sólo la República Dominicana apoyó a Washington en la extensión del embargo durante la votación.

¿Qué pasara ahora? El secretario de Estado Pompeo inició el “snapback” el 20 de septiembre de 2020, pero nada oficial ni vinculante se ha contemplado desde el seno de Naciones Unidas ni del Consejo de Seguridad. Estados Unidos puede iniciar sanciones secundarias contra cualquier actor que trate con Irán, por ejemplo, contra las empresas que le suministren armas o países que le compren su petróleo. Esto, por supuesto, es devastador para Irán, quien desde hace dos años está luchando con una economía moribunda, ahora agravada por el COVID-19: un desempleo que ronda el 12%; una inflación cercana al 40%; pronósticos de decrecimiento; y cerca del medio millón de contagios.

Entonces, ¿habrá tenido éxito Trump, aunque el Consejo de Seguridad no le haya apoyado? Es algo complicado de valorar; mientras Irán se adhiera al PAIC, es poco probable que el resto de los firmantes le den la espalda. En este marco debemos también contemplar la reciente normalización de relaciones de algunos países del Golfo Pérsico con Israel. Algo es cierto, Rouhani no tiene al interior el mismo nivel de confianza que al exterior. Él fue electo y reelecto bajo la promesa de aliviar la economía iraní, ahora por los suelos; la confianza con la que contó del Ayatola Jamenei en los primeros años de su presidencia se desvanece, y hasta le ha criticado por sus posiciones suaves. En las propias elecciones intermedias a varios legisladores moderados se les prohibió participar, derivando en un control parlamentario absoluto de la corriente conservadora o principalista, que seguramente se hará de la presidencia en las elecciones del siguiente año.

En el mismo tenor debemos contextualizar a Estados Unidos. Un reelecto Trump no tendrá ya nada que perder en su afán de hundir más a Irán, sin importar que tan aislado quede diplomática e internacionalmente. Empero, de ganar Biden, es posible que busque una posición más conciliadora. Adherirse al PAIC sería quizá lo más sensato; pero también lo más simple. Irán no es el mismo de hace ocho años y con quien sea que tuviera que lidiar en las nuevas negociaciones, para adherirse y modificarlo, no tendrá la misma afabilidad que Rouhani y su equipo negociador tuvo en su momento. Biden está obligado a modificar la estrategia pues ahora el ala conservadora tiene preeminencia en la escena política iraní.



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