Our social:

lunes, 3 de julio de 2023

Las Cumbres de la OTAN y la Cooperación de Shanghái

En política los contrastes son motores de ayuda para comprender la compleja realidad, una arista igualmente útil para descifrar los enredos y entrecejos de la política internacional. No podía ser de otra manera. A las narrativas, propaganda y modelos les siguen las contraofensivas, ‘antiversiones’ y mensajes antagónicos para posicionar intereses, temas y prioridades. Precisamente a la Cumbre de líderes de la OTAN que se celebrará en Lituania el 10 y 11 de julio, le antecede una semana la Cumbre de presidentes de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en formato virtual.

Las cumbres espejo sirven para contrapesar hegemonías o contrarrestar liderazgos, según lo calibren los máximos tomadores de decisiones en la aldea global. Mientras que la OTAN, motorizada por Estados Unidos y la Unión Europea, es la alianza militar más grande de nuestros tiempos, cuya causa tras la invasión de Rusia a Ucrania la obliga a efectuar “la mayor revisión de la política de disuasión y de defensa colectiva desde la Guerra Fría”, la OCS encabezada por la dupla Beijing-Moscú tiene un interés particular de ampliar su base de países miembros para hacerla comparable con la OTAN y acreditable al músculo global anti-occidental.

Si bien la participación de China, Rusia, India, Pakistán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán en la OCS nutre su vuelo influyente y cada vez más ambicioso, en términos de diversidad y representatividad su talla se demerita frente a los 31 países miembros de la OTAN, siendo muy emblemático el ingreso de Finlandia, el último miembro de pleno derecho y aquel que comparte con Rusia una frontera de 1,340 kilómetros de largo.

Por ello es menester que los países observadores como Mongolia, Bielorrusia y Afganistán y sus socios de diálogo como Arabia Saudita, Egipto y Emiratos Árabes, entre otros, se unan a este foro de seguridad, intercambio político y de cooperación económica. En este contexto, destaca la adhesión de Irán como integrante de pleno derecho, aquel que busca esquivar las sanciones y la política de aislamiento impuesta por Occidente que lo ha incentivado claramente hacia un alineamiento favorable hacia China y Rusia.

Son las tensiones geopolíticas y las rivalidades entre potencias centrales las que escalan de manera sorprendente -todos los días nos arriesgamos a una guerra nuclear-. El cúmulo de provocaciones birregionales encuentra su última diatriba en la decisión de la OTAN de abrir una oficina regional en Japón, lo que ha levantado la ira de China, el gigante asiático que presume la intención de establecer un centro de entrenamiento militar en Cuba, que los separan 228 millas marinas de Miami, Florida.

A diferencia de la OTAN, la OCS no es una organización militar basada en un tratado internacional y carece de un acuerdo de seguridad colectiva regional, el famoso artículo cinco de la OTAN que señala que “un ataque armado contra un país es considerado un ataque armado contra todos”, una consigna que pudiera construirse en un futuro no tan lejano dentro de la OCS. En este juego de pesos y contrapesos, el objetivo explícito de la OCS será frenar la expansión de la OTAN en Asia.

Aun cuando el compromiso de defender un mundo multipolar, acreditar ganancias para el Sur Global y rechazar la unipolaridad de Estados Unidos los une, la realidad es que las divergencias entre sus países miembros no les permiten convertirse en un ente unificado y cohesivo. Tan sólo imaginemos los choques y diferendos entre India-China (disputa fronteriza) India-Pakistán (batalla por Cachemira) Irán-Arabia Saudita (rivales geopolíticos y religiosos) Kirguistán-Tayikistán (conflicto fronterizo y lucha por el agua) o bien el mismo matrimonio por conveniencia de China y Rusia, pese a la tan vitoreada relación entre Putin y Xi Jinping.

No olvidemos la intención del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan de formar parte de la OCS al tiempo de ser un miembro clave y activo dentro de la OTAN. Precisamente, el juego de multilateralidades y de coqueteos de los países bisagras e poderes regionales es el seguro de vida y de supervivencia en las relaciones internacionales.

Este artículo fue publicado originalmente en el sitio Expansión



0 comentarios:

Publicar un comentario